El ser humano puede escalar la cima de su ser interior
y también puede no caer en la cuenta de la posibilidad de esa ascensión;
o bien puede iniciar la escalada pero sólo para perderse en ella.
Pero si llega a reconocerse como en realidad es, llegará a saber que se encuentra en el mundo
para verse afligido con preguntas a las que no responde y con aspiraciones que no cumple.
Pues esta es la paradoja del ser humano,
que por naturaleza es siempre mucho menos de lo que puede llegar a ser;
como en realidad es, puede convertirse en una cortina de hierro
que frustre lo que él de veras quisiera y pudiera ser.
Bernard Lonergan, en un prefacio inédito a su obra Insigh